haciendo lo que estoy haciendo -quizás también gastando lo que estoy gastando- pero después de todo un poco sintiendo lo que estoy sintiendo sería lo que estoy haciendo. a su vez viviendo. a la vez de su vez está pasando. hay una vez de coincidencia con un azar reflejado en todas las veces –pocas- que siento que estaría siendo lo que soy. pese a que cueste. re cueste.
No hay nada más pajero que leerse a uno mismo. Quizás releerse. Pero el punto es otro, es que estaba en dichas tratativas onanistas y me pregunté ¿da que YO parafrasee a Borges?
tengo una piba en el msn. abro la ventana de su contacto para hablarle y antes de hacerlo veo la foto que tiene. es una mujer con medias de nylon negras que está abierta de gambas y se tapa la cara con ambas manos. veo mi foto en el recuadro de abajo y es la tapa de un disco que me gusta mucho. me sentí afligida, creo que así. sí. y cambié la foto: puse la cara de Lolita con sus anteojos chupeteando el chupetín. estaba a punto de hablarle y recordé que ella es más joven que yo. naturalmente, busqué cualquiera otra foto, le dije 'hola' y me puse a contarles esto.
Primero, aparecieron las sensaciones. Sentía humedad y escalofríos, sentía que estaba recostada sobre hierba húmeda y que la rama de una planta me golpeaba suavemente los párpados. Luego abrí los ojos y vislumbré el cielo entre el follaje. Era un día nublado y húmedo, con una brisa lenta y fresca. Me encontraba tumbada boca arriba completamente desnuda. Pálida y helada. El pelo mojado y los labios morados. Me pongo de pie y distingo a pocos metros la entrada trasera de una casa. En la puerta, está usted, vestido con una camiseta roja y unos jeans. En la mano tiene una taza de té que revuelve incesantemente con una cuchara. Me voy acercando entre las plantas. Estoy descalza y piso la tierra mojada, las ramas me rasguñan mansamente mientras me abro camino a través de ellas. Llego al umbral de la puerta y con un gesto me dice usted que entre. Paso el umbral, camino dos pasos y escucho cómo se cierra detrás de nosotros la puerta. Ya no tengo frío. Me despierto.
como si los golpes cayeran ahora en un vacío. en un agujero que se me hizo en el estómago. ese fuerte trompazo que desestabilizaba y desbarrancaba a un cuerpo de trapos chorreando agua helada ahora me traspasaba. acerco la mano a mi pecho y el envión sigue sigue sigue sin rozar nunca las yemas con la carne. no queda ni sangre, ni huesos, ni piel. un vacío. me traspaso.
Poco más de 120 años habían transcurrido desde que Colón descubriera América y las costas de este continente ya estaban lo suficientemente cartografiadas como para que su contorno despertase la atención del filósofo Francis Bacon (1561-1626, figura 1), quien parece haber sido el primero en publicar que el perfil de la costa oriental de Sudamérica se corresponde de manera extraordinaria con el de la costa occidental de África. Si se recortan de un mapa esos dos continentes y se juntan las figuras, como si se tratase de un rompecabezas, las líneas de la costa atlántica de los dos "encajan" casi de manera perfecta. Bacon pensó que tal coincidencia debería atribuirse a algo más que al azar; pero no hizo ninguna conjetura sobre ese hecho.
Yo quiero un tipo que tenga la capacidad de relatarme lo que le pasa de los modos más bellos.
Fuese lo que fuese, aquélla fue la noche en que todo cambió, en la que ya no hubo ninguna duda respecto a lo que íbamos a hacer. Regresamos a su apartamento a las once y media, Sophie pagó a la soñolienta niñera y luego entramos de puntillas en la habitación de Ben y nos quedamos allí un rato viéndole dormir en su cunita. Recuerdo claramente que ninguno de nosotros dijo nada, que el único sonido que yo oía era el leve gorgoteo de la respiración de Ben. Nos inclinamos sobre los barrotes y estudiamos la forma de su cuerpecito, tumbado boca abajo, las piernas encogidas, el trasero levantado, dos o tres dedos metidos en la boca. La escena pareció durar largo tiempo, pero dudo que fuese más de un minuto o dos. Luego, sin previo aviso, ambos nos erguimos, nos volvimos el uno hacia el otro y empezamos a besarnos. Después de eso, me resulta difícil hablar de lo que sucedió. Estas cosas tienen poco que ver con las palabras, tan poco, en realidad, que casi parece inútil tratar de expresarlas. En todo caso, diría que estábamos cayendo el uno en el otro, cayendo tan rápido y tan lejos que nada podía pararnos. De nuevo, recurro a la metáfora. Pero probablemente no se trata de eso. Porque que pueda o no pueda hablar de ello no cambia la verdad de lo que sucedió. El hecho es que nunca hubo un beso igual, y dudo que en toda mi vida vuelva a haber un beso igual.
Sí, yo quiero un varón que pueda contar con esa belleza que alguna vez le pasó algo así, y si le pasó conmigo, mejor.
Fragmento de Trilogía de Nueva York de Paul Auster.
Son más las veces que saqué turno para ir al médico que las que efectivamente fui. Y todas esas veces de rateada al control de la salubridad fueron siempre sin previo aviso. Una guacha, jamás llamaba para cancelar los turnos y después no volvía nunca más porque me daba vergüenza que la gente me mirara diciendo encubiertamente "mirá, ahí va la irresponsable, la vaga, la paciente que no tiene respeto". Un delirio, ya sé.
Hoy que a él se le ocurrió llamarme para invitarme a la playa yo tuve la amabilidad de llamar al secretario de mi dentista y pasar el turno para la semana que viene. Como en una cursi comedia romántica, cómo el amor lo cambia todo ¿no?
Había un filósofo chino que toda su vida se preguntó si era un filósofo chino que soñaba que era una mariposa o una mariposa que soñaba que era un filósofo...
La metamorfosis... La metamorfosis es algo extraordinario... Pienso sobre todo en la metamorfosis de las mariposas. Aunque sea algo maravilloso de observar, la transformación de la larva en crisálida, o de la crisálida en mariposa, no es una operación particularmente agradable para el sujeto en el que tiene lugar. Siempre llega un momento difícil en que la oruga se siente invadida por un extraño malestar. La sensación de estar apretado acá, al nivel del cuello, y también en otros lugares; y luego hay una picazón insoportable. Por supuesto, la oruga ya ha mutado varias veces, pero eso no era nada comparado con el cosquilleo y el hormigueo que siente ahora. Debe librarse de esa piel seca, demasiado estrecha, o morir. Lo han adivinado: debajo de esa piel se está formando la coraza de una crisálida, ¡y qué incómodo debe ser llevar una coraza debajo de la piel! Me refiero aquí especialmente a las mariposas con una ninfa dorada, cincelada, que se aferra a un soporte y se mantiene suspendida en el aire.
La sensación llega a ser tan horrenda que la oruga debe hacer algo. Sale en busca de un emplazamiento adecuado. Lo encuentra: se trepa a un muro o a un tronco. Se fabrica una pequeña almohadilla de hilo de seda que adhiere por encima a su perchita. Se cuelga de ella con la extremidad de su cola o sus últimas patas traseras, de manera de quedar boca abajo, como un signo de interrogación al revés; y allí se plantea la pregunta: ¿cómo hará para deshacerse de su piel? Una contorsión, otra más... y la piel se desgarra de golpe a lo largo de toda la espalda, y he aquí a la oruga que se deshace de ella moviendo los hombros y las caderas, como quien se libera de una ropa ajustada. Y entonces llega el momento más crítico. Supongamos que estamos suspendidos cabeza abajo, colgados de nuestro último par de patas. El problema consiste en evacuar la piel entera, incluida la de esas dos patas que nos mantienen suspendidos... ¿Cómo haremos para no caer durante la operación?
¿Y qué hace entonces ese animalito valiente y tenaz, ya medio despellejado? Muy meticulosamente empieza a liberar sus patas traseras retirándolas de la almohadillita de seda de la que cuelga invertida, y luego, con una sacudida y una torsión admirables, da una suerte de salto que le permite desprenderse de la almohadilla, al mismo tiempo que suelta un último chorro de hilo de seda y enseguida, en el mismo movimiento, vuelve a sujetarse con un ganchito ubicado bajo la piel que ya se ha quitado de encima, en el extremo de su cuerpo. Ahora, gracias a Dios, ha perdido toda su piel, y esa superficie desnuda, dura y reluciente es la ninfa, una suerte de bebé fajado agarrado a la ramita; y qué hermosa es esa crisálida toda tachonada de oro, con sus élitros blindados. Comienza entonces una fase que dura entre algunos días y algunos años. Recuerdo haber conservado en una caja, siendo niño, una ninfa de esfinge durante unos siete años, lo que significa que la cosa permaneció dormida durante todos mis estudios secundarios. Finalmente hizo eclosión, pero lamentablemente fue durante un viaje en tren. Un hermoso ejemplo de irracionalidad, después de todo ese tiempo... Pero volvamos a nuestra ninfa de mariposa.
Después de dos o tres semanas, algo empieza a producirse. La ninfa está suspendida, absolutamente inmóvil, pero un día notamos un cambio: a través de los élitros, varias veces más pequeños que las alas de un insecto formado, bajo la textura córnea de cada uno de ellos, vemos cómo se transparentan las líneas en miniatura del ala que ha de nacer, el adorable rubor del fondo, un esbozo de contorno negro, un ocelo rudimentario. Uno o dos días más y la metamorfosis final tiene lugar. La ninfa se desgarra como se había desgarrado la oruga, en la gloria de una última mutación, y la mariposa se escabulle hacia el exterior y se queda suspendida de la ramita para secarse. Al principio, toda húmeda y arrugada, no es muy linda que digamos. Pero esos accesorios fláccidos que liberó pronto empiezan a secarse, a crecer, sus vénulas se ramifican y endurecen, y en no más de veinte minutos la mariposa está lista para volar.
(...) Se preguntarán ustedes qué se siente en el momento de la eclosión. Seguro que hay una ráfaga de pánico que sube a la cabeza, una extraña excitación que ahoga, pero luego los ojos se abren y ven, y en un aflujo de luz la mariposa ve el mundo, ve el rostro enorme y terrible del entomólogo boquiabierto.
Ahora pasemos a la transformación de Jeckyll en Hyde.
Este texto es un fragmento redactado por Nabokov para uno de los célebres cursos que dio en Cornell y en Wellesley en los años 1940 y 1950. El curso, que debía versar sobre el libro de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jeckyll y el señor Hyde, nunca fue dictado.
hay que ser un loco, un poeta para distinguir la esencia
Me gusta pensarlo como un acertijo casi imposible de resolver. Son ganas nuevas y con una intensidad de casi realidad. Decimos ¡Melibé quiere un papi! Quiere cenar con un varón de unos cuarenta y tantos. Quiere vestirse para coquetearle, pensar en cada músculo de sus labios al sonreírle. Quiere caminar junto a él y que el señor se pavonee. Le quiere creer cuando le dice que es invencible, cómo no creerle si llegó hasta este texto. Quiere pesquisarle tonos de ególatra perverso. Quiere que le cuente su antología. Quiere verle la piel curtida y ser su princesa.
No se anima del todo la purreta y se usa en tercera persona. Qué tonta. Tonta tonta tonta.
Meli dice: tengo reales ganas de que estés más cerca, en BUE, tan cerca como la posibilidad de pasarte a buscar para caminar por algún barrio porteño, y terminar en un bar de San Telmo o Monserrat, uno viejo y con mucho estilo de barcito tanguero, a tomar un cafecito... después dejar que anochezca ahí dentro y luego salir, seguir caminando hasta // Francesc dice: cómo me puedes decir cosas tan lindas Francesc dice: algo tan lindo me descoloca Meli dice: es un buen descolocón? Francesc dice: si Meli dice: es que vos también vas a ser mi fuente Francesc dice: si Francesc dice: me voy a cenar. y algun día, por ejemplo, cocinaremos juntos Francesc dice: nos tomaremos un buen vino, un buen porrito, una buena peli, Francesc dice: unos abrazos, unos arrumacos Francesc dice: unos ronroneos, susurros Francesc dice: mordiscos, Francesc dice: lenguatazos Meli dice: unas lindas sábanas que nos envuelvan mientras me abrazas por la cintura acostados, tirados, dejados en la cama Francesc dice: me voy Francesc dice: me llaman Meli dice: te llaman
Txakurra dice: Txakurra dice: es el perfecto final Txakurra dice: el pefecto párrafo Txakurra dice: tenemos que vernos Txakurra dice: encontrarnos fumados y charlar de ese libro Txakurra dice: de Auster, tenemos que encontrarnos y hacer y deshacer teorías hablando Txakurra dice: Santi dice: no podés parar de leerlo Txakurra dice: No.. no podés, no te deja, no te lo permitirías Santi dice: cuando aparece jackpot hecho pelota, te caga a palos Txakurra dice: te duele, le ves los tajos, lo sentís, la sangre caliente, el ardor en los bordes de las lastimaduras
Txakurra dice: Get yourself quite stoned in the middle of the afternoon, while the sun shines like never before is a very healthy decision. GFan dice: I am nearly out of marijuana :( Txakurra dice: Oh dear. Don't be worried, have a smoke with this lady. GFan dice: It would be a pleasure.
Maite Zaitu, desde Buenos Aires, Txakurra te informa sus últimas noticias:
Ayer a la noche me masturbé con el catalán por la webcam y a la una de la madrugada A.g. me manda un mensaje que dice "gracias por las facturas de la mañana y el calzón de tu amigo". Le respondo ese mensaje diciéndole "estoy despierta, vení". A las doce había dejado de masturbarme con el catalán cibernético -cibernético por ahora-, a la 1.30 me toca el timbre A.g., nos peleamos y casi se va -un tema sobre la marihuana- pero no se fue y volvió a subir y nos reconciliamos fornicando como dos hienas lobotomizadas.
vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande a dos horas de tomarme el piojo vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande en ese piso tan binario mis piesitos descalzos vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande Matilde que se acerca, huele mi nariz y un poco de lengua vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande vino tinto, vino amargo, no vinagre, tu chiquito es re grande ¡Mel! ¿Querés mate?
Melibé dice: insisto, chupame la concha Joaco dice: no se si me queres calentar o me mandas a la mierda. Esto del pensamiento metaforico es un problema.