
como si los golpes cayeran ahora en un vacío. en un agujero que se me hizo en el estómago. ese fuerte trompazo que desestabilizaba y desbarrancaba a un cuerpo de trapos chorreando agua helada ahora me traspasaba. acerco la mano a mi pecho y el envión sigue sigue sigue sin rozar nunca las yemas con la carne. no queda ni sangre, ni huesos, ni piel. un vacío. me traspaso.
Poco más de 120 años habían transcurrido desde que Colón descubriera América y las costas de este continente ya estaban lo suficientemente cartografiadas como para que su contorno despertase la atención del filósofo Francis Bacon (1561-1626, figura 1), quien parece haber sido el primero en publicar que el perfil de la costa oriental de Sudamérica se corresponde de manera extraordinaria con el de la costa occidental de África. Si se recortan de un mapa esos dos continentes y se juntan las figuras, como si se tratase de un rompecabezas, las líneas de la costa atlántica de los dos "encajan" casi de manera perfecta. Bacon pensó que tal
coincidencia debería atribuirse a algo más que al azar; pero
no hizo ninguna conjetura sobre ese hecho.
Yo quiero un tipo que tenga la capacidad de relatarme lo que le pasa de los modos más bellos.
Fuese lo que fuese, aquélla fue la noche en que todo cambió, en la que ya no hubo ninguna duda respecto a lo que íbamos a hacer. Regresamos a su apartamento a las once y media, Sophie pagó a la soñolienta niñera y luego entramos de puntillas en la habitación de Ben y nos quedamos allí un rato viéndole dormir en su cunita. Recuerdo claramente que ninguno de nosotros dijo nada, que el único sonido que yo oía era el leve gorgoteo de la respiración de Ben. Nos inclinamos sobre los barrotes y estudiamos la forma de su cuerpecito, tumbado boca abajo, las piernas encogidas, el trasero levantado, dos o tres dedos metidos en la boca. La escena pareció durar largo tiempo, pero dudo que fuese más de un minuto o dos. Luego, sin previo aviso, ambos nos erguimos, nos volvimos el uno hacia el otro y empezamos a besarnos. Después de eso, me resulta difícil hablar de lo que sucedió. Estas cosas tienen poco que ver con las palabras, tan poco, en realidad, que casi parece inútil tratar de expresarlas. En todo caso, diría que estábamos cayendo el uno en el otro, cayendo tan rápido y tan lejos que nada podía pararnos. De nuevo, recurro a la metáfora. Pero probablemente no se trata de eso. Porque que pueda o no pueda hablar de ello no cambia la verdad de lo que sucedió. El hecho es que nunca hubo un beso igual, y dudo que en toda mi vida vuelva a haber un beso igual.
Sí, yo quiero un varón que pueda contar con esa belleza que alguna vez le pasó algo así, y si le pasó conmigo, mejor.
Fragmento de Trilogía de Nueva York de Paul Auster.

esto es así:
cuando estoy entrando en el ciego todo parece posible
inclusive este pensamiento:
que algún día, no importa si se estaciona el tiempo por un buen rato, me abras a tu mundo y ahí me encuentre yo.
muero de ganas de que nos enamoremos

You, concerned idiot.
Beauty is a pain in the ass,
don’t you see?
ay tri ri ti ti ti tri traun
ay tri ri ti ti ti tri lei
ay tri ri ti ti ti tri traun
ay tri ri ti ti ti tri lei lei
ay tri ri ti ti ti tri traun